lunes, 31 de octubre de 2011

Seña, soda, uña, Rá

Uno de los motivos por los que compré un juego de Scrabble es porque mi madre ha perdido su capacidad de concentración. Y es normal pues, aunque le gusta quitarse los años de encima, la verdad es que tiene 70 y su mente ya no es la de antes. Como su vida ahora se limita a cocinar y ver televisión, en ocasiones olvida las palabras e incluso las reemplaza por otras que no tienen sentido. Por eso, en cuanto supo de qué trata Scrabble fue la primera en querer jugarlo. Y aunque las primeras veces era muy aburrido esperar a que eligiera una palabra, ha mejorado mucho desde entonces.

De hecho, el motivo de este post es reconocer la jugada más hábil que he visto hasta ahora, y que fue realizada por mi madre para sorpresa de todos los presentes. Verán, debido a que hay un límite de tiempo entre cada tirada, a veces elegimos la palabra más simple o la que está más próxima a una casilla doble o triple, lo que multiplica la cantidad de puntos obtenidos, pero pocos son los que se animan a poner una palabra que a su vez forme otras palabras. Y eso fue lo que pasó ayer: justo cuando pensé que haría otra tirada predecible, formó SEÑA, encima de otra palabra, lo que a su vez formó SODA, UÑA y RÁ. La suma de sus 4 palabras no superó mi tirada de triple puntuación, pero hasta ahora no he visto a nadie más hacer algo así. Lástima que no tomé una foto del tablero (o incluso video), pero en fin. Si eso no fue una mera coincidencia, ella podría volverse una de las jugadoras más peligrosas, pues significa que puede visualizar sus fichas sobre el tablero antes de ponerlas, lo que le da ventaja sobre todos los que nos conformamos con poner palabras de 2 o 3 letras sin gran chiste. :p

jueves, 27 de octubre de 2011

Tu deuda en ceros

Ya había oído hablar de eso. Era como un secreto a voces, pero con un toque de leyenda urbana, la posibilidad de que el banco perdone tu deuda sin importar qué tan grande sea. Les explico: hace algunos ayeres, mi madre decidió sacar una tarjeta de crédito con el Banco Internacional, que después cambió su nombre a Bital y finalmente HSBC. Y quizá no lo saben, pero un día cualquiera los intereses bancarios se fueron hasta el cielo, de manera que los tarjetahabientes vieron duplicada su deuda simplemente porque el país tuvo un pequeño tropiezo financiero. Y así empezó un problema que duró años, tiempo en el que mi madre hizo todo lo que pudo para cubrir los pagos que el banco requería, pero sin bajarle ni un peso al adeudo. De hecho, la suma subió tanto que tan sólo el pago mínimo era de 9 mil pesos mensuales. Haciendo cuentas, ella pagó 3 veces la cantidad que debía sin poner fin a su compromiso. 

Por tanto, un día simplemente dejó de pagar, argumentando que ya no era posible seguir haciéndolo. O pagaba o comía. Incluso trató de negociar con el banco para no tener problemas, pero no hubo acuerdo. El banco quería su dinero y ya no había forma de dárselo, así que los mandó al diablo. Y al día siguiente comenzaron las llamadas diarias, los recordatorios de que no había pagado y las visitas para exigir el pago. Pero ella no se dejó intimidar, más bien empezó a ahorrar la mitad de lo que daba al banco para cuando llegara el momento. Y un año después llegó la oportunidad que estaba esperando: una carta en la que el banco prometía poner fin a la deuda si pagaba el 20% del total. Aún así era mucho dinero, pero con lo ahorrado esos 12 meses pudo completar el trámite y olvidar por fin esa pesadilla.

Yo no creí que fuera posible una cosa así, sobre todo porque los bancos tienen fama de ser usureros despiadados, pero supongo que mucha gente está pasando por la misma situación y ahora la política es: de lo perdido, lo que aparezca. Mi recomendación para todo el que lea esto es que se evite líos y no saque tarjetas de tiendas ni bancos, pero si ya tienen una deuda gigantesco, es preferible ahorrar el dinero en vez de regalarlo en pagos de intereses ridículamente altos y pagar cuando llegue la oportunidad. Suena increíble, pero yo lo viví y es verdad.

jueves, 6 de octubre de 2011

Steve Jobs, 1955-2011


Ya lo veía venir. Steve Jobs estaba cada vez más flaco y demacrado en cada evento donde se presentaba. Sólo era cosa de tiempo para que pasara. Y pasó ayer. Y yo no pude dejar pasar la oportunidad de hablar de él aquí, pues muchas veces dije: "la única empresa que está haciendo algo para que el siglo XXI parezca en verdad el futuro es Apple, todos los demás sólo copian lo que ellos hacen". Y es verdad, pero no gracias a sus empleados, sino al hombre al frente de la empresa. Steve Jobs no sólo salvó a Apple de la quiebra, sino que la llevó al siguiente nivel. Gracias a su visión, el iPod se volvió el reproductor de audio y video número uno del mundo. Su idea de una super computadora era juntar todo en una sola unidad a la que llamó Macintosh, y que evolucionó para convertirse en iMac. Y no conforme, llevó la idea a una tableta que de inmediato todos quisieron copiar: el iPad. 

Pero hay que dejar algo en claro: Steve Jobs no inventó nada de eso. La tecnología que dio orígen a Macintosh ya existía, él sólo la aplicó a una idea más funcional. Los reproductores de audio portátil ya eran populares antes del iPod, pero no eran tan ingeniosos (y mucho menos digitales). Y la tecnología táctil ya podía ser vista en bancos y edificios inteligentes, pero Jobs la puso al alcance de todos y después les dio un motivo para querer usarla. En síntesis, Jobs no fue un genio de la tecnología, más bien un visionario, alguien capaz de imaginar el futuro y compartir sus ideas con quienes pueden hacerlas realidad. Un hombre talentoso que dejó su marca en el mundo. Y para quienes usamos su marca, él siempre será el espíritu de Apple. Una lástima que tuviera que irse tan pronto, pero quizá Dios necesitaba un CEO allá arriba.