viernes, 2 de febrero de 2007

Al maestro con cariño

Matemáticas es una materia que jamás me llamó la atención. Después de todo, ¿qué caso tiene aprender tantas fórmulas que no sirven para nada en la vida real? Por eso, cuando llegó el momento de la verdad, preferí comprar mi calificación por $400 pesos y una botella de ron. Debo aclarar que mi entonces maestro de bachillerato tenía toda la voluntad de enseñar, pero a mí no me interesaba aprender nada de él y por eso hice lo que hice. Sin embargo, mi siguiente maestro resultó ser un tipo bastante antipático y severo, por lo que decidí repetir la hazaña del curso anterior: abandonar su clase y comprar una B en examen extraordinario. Pero esta vez las cosas fueron muy diferentes, se había corrido la voz de que varios maestros estaban vendiendo calificaciones y comenzó una cacería de brujas que terminó con el despido de varios de ellos y mi plan de comprar el pase frustrado. Por ese motivo tuve que recursar matemáticas, perdiendo un año entero por una sola materia y temiendo que quizá no podría lograrlo, al no saber de qué trató el curso anterior. Y así fue, llegó mi nuevo maestro (un hombre que usaba bastones para caminar, pero con mucho sentido del humor) y de inmediato notó la enorme ignorancia de los ahí presentes, por lo que dijo: "Vamos a hacer un repaso de lo más elemental, pues esa es la base para entender todo lo demás." Fue muy penoso admitir que no sabía nada de quebrados y ecuaciones de primer grado, pero bajo la tutela de este hombre empecé a entender todo el proceso y a interesarme en él. Sus clases eran amenas y completamente entendibles, muy diferentes a las que impartían otros maestros (como aquel viejo antipático). En pocos meses ya estaba haciendo cálculos complejos de Geometría Analítica, algo que no pensé que pudiera lograr por mí mismo y sin hacer trampa. Todo mi panorama cambió al saberme capaz de hacer cosas que creía imposibles y por eso me dio mucha tristeza cuando nos dijo que ese era su último año dando clases. Maestros así no deberían retirarse nunca pues te enseñan más que una simple materia, te enseñan a creer en ti mismo y a hacer bien las cosas. Ese fue un 10 que no puede comprar el dinero y que valoraré el resto de mi vida. Gracias maestro.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Licenciado me encanto su blog.

Hay que recordar que el maestro llega, cuando el alumno esta listo. Y creo que no perdiste un año, ganaste no sólo el conocimiento de una materia, sino el respeto a esos seres que se nos presentan en la vida. Todo sé da a su tiempo.

Un abrazo
Claudia Sofía

Anónimo dijo...

Me alegro por tí que hayas aprendido.
Es cierto, no hay materias aburridas sino maestros aburridos.
Saludos.

Kiki dijo...

Felicidades :)

Siempre he creído que tener a personas como él en el camino de la vida, es algo invaluable.

Y, al final, fue una excelente lección para que te dieras cuenta de que, cuando quieres, se puede.

Besos.

Claudia dijo...

Qué bonita anécdota Miguel, es un regalo tener la oportunidad de ser alumno de maestros así.

Besos para el fin de semana ♪♪♪♪

noemiji dijo...

No deja de sorprender uno cuando cuenta sus anecdotas!!! y todos ellos nos dejan una enseanza en la vida...

por cierto la segunda parte de la tercer temporada llega en marzo, si quieres los primeros 6 capitulos de la tercera pues me dices y te los paso!! jijijiji y si no pues solo te aviso que ya estan en internet los primeros 6 de la tercera... y estan buenos

Yaoteka dijo...

Neta que hay maestros que sacan lo mejor de ti y los recuerdas toda la vida.


(Err... sin albur).

Anónimo dijo...

si bien lo dice un refran....bueno no recuerdo quien lo dijo perooo pues recuerdas mas a los profesores que son estrictos que a los barcos claro los recuerdas porque te sacaron una lana o te estorcionaron pero por sus conocimiento no lo haces!!