sábado, 11 de junio de 2011

lunes, 6 de junio de 2011

El pervertido del metro

Chale, en el metro de regreso a mi casa venía un calvo de lo más desagradable. Desde que subí al vagón se me quedó viendo como si yo fuera su ídolo y no dejó de mirarme en todo el viaje. Y lo peor fue cuando sacó su iPhone y fingió escribir un mensaje, entonces pensé: ¡Por favor, yo inventé ese truco, estúpido! Bueno, la verdad es que no suelo fotografiar extraños fingiendo escribir un mensaje, pero me dí cuenta de inmediato que eso era lo que estaba tratando de hacer. Y así fue: intentó mantener la toma fija y después brincó, cuando el sonido de ¡Click! delató su nula inteligencia.

Para colmo de males, el sujeto me hizo ver que bajaría justo en la misma estación que yo, así que esperé a que se fuera y después me dirigí cautelosamente a la salida, sólo para encontrarme con la sorpresa de que el tipo miraba con atención su teléfono en la parte alta de la escalera —quizá checando la foto que tomó minutos antes— y cuando quedó satisfecho bajó nuevamente al andén, pero por un acceso distinto. Yo por si las dudas caminé por la calle más transitada, parando en cada esquina para comprobar que no hubiera calvos siguiéndome. Quien sabe qué estuviera tramando este sujeto, pero espero no toparme con él próximamente. Caray, si me dieran una moneda por cada loco que veo en el metro ya sería millonario. :/

sábado, 4 de junio de 2011

X-men, First Class


¿Realmente hace falta otra película de X-men? Supongo que sí, al menos para quienes le sacan provecho a la licencia. Y es que, luego de ver grandes aciertos en su primera entrega, la serie empezó a decaer poco a poco, y esta no es la excepción. Al principio, First Class te hace pensar que viste una precuela interesante, pero luego empiezan a volverse evidentes sus errores y eso le resta importancia. Apenas en los primeros minutos, la película trata de repetir el inicio de la cinta original —donde Erik descubre que puede manipular el metal con la mente— pero sin el talento y la visión de Bryan Singer. Y a partir de ahí comienza un desfile de contradicciones que sólo los muy clavados amantes del comic notarán. Sin embargo no es una mala película, pero quizá debió cambiar su nombre a X-men Origins: Magneto, pues nadie más en la historia tiene el mismo peso que él. Charles Xavier es apenas un patiño de Erik, gritando hasta el cansancio: "¡Ya estuvo! ¡que yaaaaa, wey!" sin recibir respuesta de su compa. Los nuevos mutantes son medianamente interesantes pero son desaprovechados por completo, como es el caso de Havoc (hermano mayor de Cyclops) o los miembros de Hellfire Club.

Y no quiero arruinar el final para quienes aún no la han visto, pero yo esperaba más de un villano cuyo poder es absorber energía y después liberarla de forma destructiva. Supongo que fue un buen intento mal elaborado. ¡Ah! y ese cameo de Wolverine, aunque ocurrente, no aporta nada a la historia. Ni modo, ahí pala otra.